domingo, 21 de junio de 2020

10 años virtuales

Babilonia caerá, decían..





El goce inmediato no da lugar a lo bello. Puesto que la belleza de una cosa se manifiesta mucho después, a la luz de otra, por la significatividad de una reminiscencia. Lo bello responde a la duración, a una síntesis contemplativa. Lo bello no es el resplandor o la atracción fugaz, sino una persistencia, una fosforescencia de las cosas. La temporalidad de lo bello es muy distinta de la del desfile cinematográfico de las cosas. La época de las prisas, su sucesión cinematográfica de presentes puntuales, no tiene ningún acceso a lo bello o lo verdadero. Solo cuando unx se detiene a contemplar, desde el recogimiento estético, las cosas revelan su belleza, su esencia aromática. Se compone de sedimentos temporales que fosforecen.









































Amigxs

El concepto de libertad resulta muy problemático. Ser libre no significa tan solo ser independiente o no tener compromisos. La ausencia de lazos y la falta de radicación no nos hace libres sino los vínculos y la integración. La carencia absoluta de vinculaciones genera miedo e inquietud. La raíz indogermánica “fri”, de la que derivan las formas libre, paz y amigx (frei, friede, freund) significa “amar” (lieben). Así pues, originariamente, “libre” significaba “perteneciente a lxs amigxs o lxs amantes”. Unx se siente libre en una relación de amor y amistad. El compromiso y no la usencia de este, es lo que hace libre.



Las metáforas son el aroma que desprenden las cosas cuando entablan amistad.





La técnica moderna aleja al onvre de la Tierra. Los aviones y las naves espaciales lo arrancan de la fuerza de gravedad terrestre. Cuanto más se distancia de la Tierra, más se empequeñece. Y cuanto más rápido se mueve en ella, más se encoge. Internet y el correo electrónico hacen que la geografía y la propia Tierra desaparezcan. El correo electrónico no lleva ninguna marca que permita reconocer desde donde se ha enviado. No tiene espacio. La técnica moderna destierra la vida humana.
La sociedad del consumo y del tiempo libre presenta una temporalidad particular. El tiempo sobrante, que se debe a un aumento de la productividad se llena con acontecimientos y vivencias superficiales y fugaces. Puesto que nada ata al tiempo de manera duradera, parece que este transcurre muy deprisa o de que todo se acelera. EL consumo y la duración se contradicen. Los bienes no duran. Llevan inscrita la caducidad como elemento constitutivo. El ciclo de aparición y desaparición de las cosas es cada vez más corto. La presión del consumo es inmanente al sistema de producción. El crecimiento económico depende del consumo y el uso vertiginoso de las cosas. La economía basada en el consumo sucumbiría si de pronto la gente empezara a embellecer las cosas a protegerlas frente a la caducidad, a ayudarlas a lograr una duración.
En la sociedad de consumo se pierde el demorarse. Los objetos de consumo no dan lugar a ninguna contemplación. Se usan y se consumen lo más rápidamente posible, para dejar lugar a nuevos productos y necesidades. La demora contemplativa presupone que las cosas tienen una duración. La presión del consumo, sin embargo, suprime la duración. Tampoco la llamada desaceleración crea una duración. Las cosas se siguen consumiendo. La mera reducción de la velocidad no transforma el ser de las cosas. El problema es que la duración, la perdurabilidad y el sosiego amenazan con desaparecer completamente o se alejan de la vida.
Todas ellas remiten a una experiencia de duración. El tiempo del trabajo, el tiempo como trabajo, no tiene duración. Consume el tiempo produciendo. La perdurabilidad y el sosiego rehúyen el uso y el consumo. Crean una duración. La “vita contemplativa” es una praxis de la duración. Genera otro tiempo al interrumpir el tiempo del trabajo.