jueves, 2 de febrero de 2023

M E M E N T O (H I K I K O) M O R I R U R A L


MEDIA NARANJA




Devenir Spinoza
Hay un hecho. No sé si es feliz o infeliz. Es solo un hecho. Muy pocas personas me gustan, muchas menos me mantienen intrigada, muchas, muchas menos me dan ganas de conocer e intercambiar, o me importan, poquísimas hay con quienes desee entablar una afectación o una amistad, casi nadie me mantiene electrizada. Me resguardo de esa compulsión amical que le grita <<sos lo más>> a alguien que acaba de conocer solo por cómo se ve o por lo que piensa que le puede dar. La amistad se sostiene en gestos. Y no se sostiene mucho rato.
Hay otro hecho. Tengo mis dudas de si le conviene a mi cuerpo. Pero es un hecho. Porto una compulsión irrefrenable a dejar atrás, sin mirar, irme. Cada tanto tiempo me aburro y simplemente ya no conservo la capacidad de interesarme y me muevo como si nada hubiese habido ahí. Me siento una katana andante, corto y cauterizo al cortar. Si fuimos algo, realmente ya no tiene el menor sentido de revisarlo. ¿Si no limpiamos el pasado cómo se puede organizar un nuevo presente? ¿Si somos siempre las mismas cómo precipitarnos ante nuevos acontecimientos? Dejar entrar significa dejar partir. No arrastro muertos ni viejos enigmas, no hago de casa un cementerio. Detesto la amistad por repetición e inercia. Detesto la nostalgia. ¿Por qué deberíamos interesarnos por todas las personas que se interesan por nosotras? No es saludable dejarse arrastrar en las afectaciones no propias. Puedo comprender el valor de muchas interesadas en lo que hacemos, puedo pensarlas incluso merecedoras de respeto; pero Cronh me está enseñando por las malas a mantenerme alejada, no en el aislamiento, sino en las potencias; en nada es alegre verse afectada por la afectación de la buena conciencia.
Que te intereses en mí, por petulante que pueda sonar, no te hace merecedora de mi interés por vos. Lamentablemente, a veces por débil, a veces porque no sé a quién carajo escucho dentro mío igual les hablo, oh, error, a esas aristontas con aires de posporno y de querer hacer algo en sus vidas vacías, a las fans que se afectan con personajes conceptuales los cuales emulan siempre con cierto desdén, envidia y recelo –que es lo que usualmente pasa cuando una se propone imitación en vez de proposición-; o a personas con trastornos mentales que se enamoran solas de su propio amor, como siempre pasa en el enamorarse, exaltándose y embriagándose con sus propios y asquerosos sentimientos yoicos.
Poco pero potente. Alguna vez me han dicho: tener muchos amigos es poco higiénico. Además no hay tanto tiempo. Además Buenos Aires es tan anodino y atrasa tanto. Además está siempre igual, siempre lo mismo, hace 10 años que veo las copias muertas de modelos que ya eran viejos en otras latitudes, las guerras de divismos, los vedetismos, las subjetividades tinellizantes y rialescas hasta en las muestras de arte, el arte envileciéndose a sí mismo con sus artistas y estudiantes IUNA (hoy UNA) y sus ganas de mostrar, mostrar, mostrar, porno posporno porno; Bueno Aires es simplemente aburrido con su sadomasoquismo tan heterofriendlyflexible de muchacha de oficina de familia católica perversoide con novio y mejercita sumisa viviendo siempre de lo que un macho provee. ¿Estas son las sexualidades disidentes? ¿O serán las lesbianasheterosexuales, profesionales, blancas, monogámicas, flacas, madres?
Déjenme reírme a irme al mundo de la literatura, donde están los libros de los cuales nunca debería haber partido, nunca partí. Y al mismo tiempo dejar atrás también lo que no llegó pero ya suena con esa canción plañidera de comprensión al varón y ningún odio, no poder odiar, querer siempre tener una relación con un muchacho.
Ay, las tortas de la buena conciencia del consenso. Ese feminismo conciliador que no se nos quita. ¿Desde cuándo estamos forzadas a vivir en un mundo feminista que necesita de una asamblea para ponerse de acuerdo para llenar de sangre menstrual el cáliz de la iglesia o prenderla fuego?
Dejar atrás, bajarse al insoldable mundo por descubrir de los misterios. Dejar atrás. Las chicas posmo, novas amelíes de cabello corto y desprolijo cool y lentes, nuevas feminidades derrotadas risueñas que escriben en los suplementos gays sobre lesbianismo y sólo quieren figurar después de cansarse de ostentar todos los privilegios habidos y por hacer, por héteros, por lindas, por magras, por dulces, por buenas, por novias, por edípicas, por mujeres, por blancas, por universitarias. Van un ratito al mundo de la abyección de la mano de la teoría queer y vuelven comodas a su casa familiar donde nunca fueron rechazadas, la feminidad ambigua pero claramente femenina de novio gay-friendly.
A veces es mejor verse afectada por ramalazos de sol entre las caras del bullicio que iniciar otro intento amical ya sea con fantasmas impotentes, ya sea con buenas conciencias confusas. Andar a solas es mejor que andar a tientas. Inquietante incertidumbre de apreciar esa luz que deja ver lo conmovedor, pero nada más, un instante, momento donde nos confundimos y parece que desearíamos otra cosa con quien no es reciproco, porque a nosotras no nos interesan esas formas de vida, o esos agenciamientos, por duro que pueda sonar. Otras personas tan inquietantes, otros cuerpos, aunque pase el tiempo y las distancias, una quisiera volver a encontrar como el primer día. Nada garantiza que los encuentros sean alegres. Recogimiento. Hacer que la experimentación sea intima dentro del cuerpo y sus revelaciones espacio amado. Hacer sitio para que ingrese el acontecimiento, devenir Spinoza.
En los márgenes de lo ínfimo, en lo sutil de lo inefable, en las vidas efímeras e irrelevantes, en los momentos de hallazgo que se perderán como esporas, en los profundos padecimientos, en las sutiles inmanencias, en los márgenes donde la vida desborda, en la nada misma del no saber, y de no tener futuro, está la alegría.
Trato de sostener el intento de la amistad, y mantenerme abierta a las sorpresas aunque este mundo este tan repleto de heterosexuales y de madres, o de sus subjetividades. Entrené mi cuerpo espartano para este momento de inacción, tal y como los cínicos me recetaron. 
Games of Crohn: diario de una internación
Leonor Silvestri



No somos las nubes, somos el cielo.. mi cielAAA!


























¡YO KIERO 
PINTAR!